miércoles, 11 de febrero de 2009

Festejos y asuntos pendientes

La autora de la nota estuvo en La Habana en la celebración de los 5o años de la Revoluciónn. Su percepción es que algunas cosas mejoran allí, entre ellas el transporte, y que, en medio de ironía, fiesta y necesidades, se espera más.


AP Photo- Javier Galenao

Por Olga Cosentino*

Cuba celebra su primer medio siglo de una revolución inédita en la historia, por la resistencia a innumerables intentos de quebrar el proceso de conquistas culturales y sociales que la caracterizan, y por el liderazgo permanente que mantuvo Fidel Castro. Liderazgo que continúa, si bien de modo implícito, pero con potencia simbólica creciente, durante la actual gestión de su hermano Raúl Castro. La fiesta no parece ser demasiado diferente de jubilosa vitalidad que caracteriza la idiosincracia de los cubanos, siempre dispuestos a confirmar el arquetipo folclórico que los vincula al canto, el ritmo y el ron. "La trova sin trago se traba", dicen por aquí. haya o no efemérides. La semana oficial de celebración incluyó, también sobre todo, bailes populares, exposiciones, espectáculos teatrales y coreográficos, encuentros, conciertos, ciclos de cine, peñas y talleres. Sólo con revisar las programaciones de centros culturales, museos y bibliotecas fue posible advertir que la profusión de actividades no tiene que ver necesariamente con los actuales festejos sino es parte de la vida normal de esta sociedad.
Además, en las calles de La Habana o en Santiago se escucha a cada paso desearse felicidades por el año nuevo. El augurio sirve tanto al encuentro con amigos o parientes, al trato cordial al turista o como frase previa al pedido de un bolígrafo o un jabón con cierta picardía popular cada vez menos difundida, por cierto, intenta hacerse una "extra" sin mayor esfuerzo. No son mendigos ni "homeless", sin embargo, quienes se acercan al paseante con estas demandas. Nadie pasa hambre ni duerme a la intemperie en Cuba, donde las necesidades básicas están satisfechas. No así las ganas de bailar, cantar y enamorarse, que siempre parecen recién nacidas. Resulta gratificante saborear la tradicional dulzura de trato de cubanas y cubanos entre sí y para con el turista. "Mi amol". Esta y otras formas de seducción dorman parte imagen que los locales ofrecen al extranjero, a sabiendas tal vez de la fascinación que generan, sobre todo en cierto turismo ideológico ansioso de darse un baño de caribe y socialismo, para volver al cabo de una o dos semanas de azúcar y sabor, llevando en la valija algunas remeras y calendarios del Che, algunos compilados Silvio Rodrigez o Pablo Milanés y otros souvenirs por el estilo con los que tranquilizar la conciencia de la -sólo por ahora y sólo para pocos- confortable pertenencia a la vida capitalista.
El modelo de equidad social revolucionaria tiene allí un conflicto irresuelto, ya que los que trabajan en el campo del turismo acceden a propinas en divisas extranjeras que multiplican hasta la desproporción el ingreso en moneda cubana de otros trabajadores. Pero esta desigualdad, si bien es usufructuada por algunos, también es interpretada por la mayoría de los locales como una más de las injurias sociales provocadas por la hegemonía del capitalismo global. Hasta los cubanos más críticos y que más vehementemente reclaman por mayor apertura y flexibilización estatales, acusan un inocultable sentimiento antinorteamricano. Del que ahora La Habana tiene un símbolo institucional en la Plaza del Antiimperialismo que se levanta frente a la Oficina de intereses Norteamericanos, junto al Malecón habanero. Ciento treinta y ocho banderas negras con una estralla blanca en el centro.
Claro que además de este luto embanderado y corrosivo, la tradicional costanera habanera ofrece una fisonomía notablemente mejorada respecto de años anteriores. El parque automotor ya no está dominado por los característicos modelos de los años 50, pintorescos pero costosos y antifuncionales. Ahora abundan los modelos rusos, europeos y asiáticos. Y el transporte público reemplazó casi todos los "camellos" (camiones con caja descubierta para el transporte de personas)por modernos autobuses chinos y brasileños.
En los negocios céntricos la actividad comercial no se diferencia de la de cualquier ciudad latinoamericana, aunque no existen carteles de marcas o empresas, lo que redunda en saludables ausencua de contaminación visual. El vestuario de cuabanas y cubanos es absolutamente informa y se hace imposible detectar moda o tendencia alguna, aunque se ven zapatillas vistosas, brillos, tatuajes y piercing. Lo que se ofrece siempre a la comprensiçon de todos es el humor de los cubanos. "Ahí tienes el edificio de ETECSA", señala Rubén, un joven ingeniero y ocacional guía turístico santiaguero, cuando se le pregunta por una empresa telefónica donde gestionar un celular. "Significa Estamos tratando de establecer comunicación si apuro", agrega en seguida con un guiño.
La ironía es reveladora de la libertad con que los cubanos ejercen el cuestionamiento. Y desmiente el mito neoliberal acerca del totalitarismo antidemocrático que supuestamente somete a esta sociedad. Desde los taxistas hasta los maestros, desde los médicos hasta las mucamas de los hoteles, la mayoría de los cubanos se ven espontáneos, cultos, alegres y distintos. Se permiten polemizar sobre sus asignaturas pendientes como sociedad pero, en general, manifiestan sentimientos de dignidad y de patria que, lejos de descascaradas alegorías escolares se percibe encarnado, vigente y con futuro.

*Publicado el 31.1.09, revista Ñ, Clarín.

3 comentarios:

GaviotaZalas dijo...

"la trova sin trago se traba!!!"

simpática frase, se le dice trova a las palabras repetitivas que ya todos conocen, es el sermón en otros países pero como nosotros no tenemos sermón tenemos "trovadores".
La frase entera diria "para creer lo que dices hay q estar borracho" mas o menos.

saludos desde Italia

Nicolas Gallo dijo...

Desacreditar una colega objetiva de uno de los diarios mas importantes de Argentina, me parece una frase indigna.

GaviotaZalas dijo...

Sabes como pienso si quisiera desacreditar podria haber dicho una frase propia y diversa referida al articulo.

Usé comillas para explicar el significado de la frase, porque quien no la conoce lo puede interpretar de modo diverso.

Pero estoy de acuerdo contigo es una frase INDIGNA que un pueblo deba beber para olvidar la penas o para bajar las trovas de 50 años de dictadura. -aqui omito las comillas.

Me parece una frase INDIGNA que exista un argentino que propio, una día como hoy, cuando se llora la muerte del padre de la democracia de su país, defienda la DICTADURA para el mio, Cuba, es indigno.

Saludos desde Italia de una cubana